Tu espejo refleja mi patria (Real Zaragoza, 2 – Athletic, 1)


Sabía el zaragocismo que ayer era uno de esos días que quedarían señalados en el Calendario de la Esperanza o en el Mausoleo de los Horrores. Sabía el hincha del león que ayer se podía abrir una herida tan profunda como nuestro sufrimiento o encontrar en la mochila de los milagros un brebaje que nos ayudase a vivir unas horas más. Sabía eso y mucho más, por lo que el aire que hoy ocupa nuestros pulmones nos sabe a gloria bendita, a melodía deseada durante tantas noches. Ayer el zaragocismo encontró un huracán de pasión en cada patada al balón que le dieron nuestros jugadores. Desde hoy, y hasta le final, nuestros héroes. Victoriosos o harapientos, son los nuestros.

El partido comenzó con una timorata puesta en escena del real Zaragoz,a que a los pocos minutos ya se tragó el primer puñado de piedras cuando Susaeta envió un envenenado chut a la portería de un descolocado Tonidoblas que no entró porque la Virgen del Pilar lo impidió. Primer golpe a la moral; primera bofetada a la esperanza. Sin embargo, lo peor vino unos minutos después, cuando los jugadores vizcaínos ejecutaron un lanzamiento de falta que nadie con camiseta blanca supo leer adecuadamente y entre el estatismo de Jarosik y la estupefacción apareció la espinilla del delantero centro bilbaíno para obtener un botín inesperado para todos. Gol visitante…y a comernos el miedo.

Inesperadamente, los jugadores zaragocistas apretaron el mentón, irguieron el estandarte del honor y comenzaron una labor que permitió a la Romareda y a todo corazón azul que aún tenga fuerza para latir saborear el aroma de la victoria. ¿Cómo? Con raza, con nobleza, con orgullo y pasión. Con toda el alma que aún les queda y que les dibujó la ruta el viento amigo. Con esa fuerza que da saber que das lo que tienes y confiar en que el destino, algún día, te lo devolverá.

El Real Zaragoza despertó a la vida tras el gol bilbaíno. Y lo hizo comenzando la casa por los cimientos. Trituró la imagen de partidos anteriores y prefirió parecerse a un equipo de fútbol. La fe y la combinación fueron buenos argumentos para, durante casi media hora, plantarle cara al equipo contrario y al pasado y elaborar varias juagadas de ataque que apuntaban a algo más que a un lamento. Uche, que ya comenzaba a proponernos otro tipo de fútbol, y Ander dispusieron de sendas buenas ocasiones que Iraizoz en el primer caso y la espalda de un defensor en el segundo impidieron su traducción en gol. Surtida la noche de premoniciones y convencimiento, nos fuimos a la segunda parte.

Jarosik se prometió a sí mismo que conseguiría que olvidásemos su error en el gol de los vascos y en el minuto 3 recogió un medido centro de Boutahar para rematarlo, primero de cabeza y en segunda instancia con su pie derecho y logró un empate que nos alegraba la vida a los aficionados que hasta ese momento aún soñábamos con logros imposibles. Empatado el partido, el real Zaragoza continuó con un discurso aguerrido, futbolero, físico y merecedor de mejores tiempos. Este Real Zaragoza quizás sorprendió a los más jóvenes, pero quienes hemos visto correr la banda a Oliveros y le hemos proporcionado balones a Rubial para que sacase los corners, este Real Zaragoza se parecía a nuestro Real Zaragoza, al de siempre, al de mañana. Jugaba al fútbol, trabajaba en defensa y, muy importante, nos anunciaba la posibilidad de darle la vuelta al partido. Y lo hizo. Un muy buen pase de Gabi a Uche lo resolvió este con un magnífico recorte, una galopada con aire de gacela y una definición propia de un buen delantero centro. Gol y delirio. Gol y lágrimas. Gol y vida.

Quedaba mucho partido, es verdad. Pero era un partido con dueño, el Real Zaragoza, con un propósito, ganar, y con una luz al final de este larguísimo y cruel túnel: mantener la llama del zaragocismo con brillo blanco y azul que nos ayude a llegar al final del agreste camino con bien. El Real Zaragoza mantuvo el tipo, contuvo sin dificultad a un paupérrimo equipo que no mostró ni demostró ningún mérito para estar donde se le supone y al mismo tiempo amagó el equipo aragonés con varias contras muy bien conducidas por Ander, Bertolo y Gabi. Un emocionante abrazo con la ilusión de poder ser un equipo de fútbol que aún, y por muchos años, es capaz de convocar a miles de gargantas, a decenas de miles de corazones que quieren seguir latiendo al ritmo de la Historia.

Eso, y la fuerza que da el coraje compartido, sirvió para que Tonidoblas, al igual que Jarosik había hecho antes, pagase su deuda con el zaragocismo con una extraordinaria parada a disparo de Llorente que habría supuesto que el partido acabase en un injustísimo empate. Buena parada que firmaba una grandiosa cuando más falta hacía, cuando más necesaria era la sonrisa congelada de una afición, la del Real Zaragoza, que se merece que una fuente luminosa de ilusión y miradas limpias llegue a nuestra casa y barra todas las tristezas que tanto nos agotan. Sabía el zaragocismo que ayer era día de pasión incanjeable.


2 comentarios

  1. ¡Qué subidón cuando, tras ver el 0-1, vi que el partido había acabado con un 2-1!.

    ¡Hasta yo me empezaba a creer que verdaderamente era talismán con el Zaragoza y «mis medios partidos» en la peña zaragocista!. Afortunadamente, no.

    Este sábado, una dura batalla. Creo que el Zaragoza, con su autoestima por las nubes; y si el Barça está pensando algo en la vuelta de la champions con el Arsenal, tiene posibilidades de hacer algo en el Camp Nou. Con sinceridad.

    Como siempre que se enfrentan Zaragoza y Barça: que gane el que más lo merezca, y que no haya líos arbitrales.

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